jueves, 16 de junio de 2016




La OEA se sitúa como foro de la crisis de Venezuela

La OEA ha pasado en un año de esquivar el tema venezolano a que este sea el centro de sus Consejos.




Por EFE
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La Asamblea General de la OEA se celebró en Santo Domingo del 13 al 15 de junio.
Santo Domingo.– La Organización de Estados Americanos (OEA) se sitúa ahora como foro de la crisis política y social de Venezuela después de años de largo silencio sobre un asunto incómodo para muchos de los países miembros por sus intereses bilaterales con Caracas.
La 46 Asamblea de la OEA, celebrada esta semana en la capital dominicana, reivindicó a la organización como lo que es- el único organismo regional que reúne a todos los países americanos (salvo Cuba) y, por tanto, el espacio natural para abordar los temas más acuciantes del continente.
La OEA ha pasado en un año de esquivar el tema venezolano a que este sea el centro de sus Consejos, su Asamblea anual, sus declaraciones y los mensajes públicos de su liderazgo, es decir, la Secretaría General.
Este cambio se explica por dos factores que han coincidido en el tiempo- la llegada de Luis Almagro al frente de la OEA y la influencia mermada de Venezuela en la región por los nuevos equilibrios políticos y la consiguiente pérdida de aliados clave.
El excanciller Almagro, un político de izquierdas aupado por el popular expresidente uruguayo José Mujica (2010-2015), ha roto los esquemas de una OEA hasta ahora instalada en el perfil bajo y la cautela diplomática.
El que hace un año muchos creían el candidato de la Alianza Bolivariana (ALBA) para la OEA, ha resultado ser una de las voces internacionales más críticas con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Su empuje ha obligado al resto de países de la OEA a moverse y en pocas semanas la organización ha visto lo que durante años se consideraba imposible- una Venezuela incapaz de impedir que su crisis sea sometida al escrutinio del resto de países de la región.
Sin ir más lejos, la Asamblea de este año, la cita anual de máximo nivel de la OEA, giró en torno al papel que deben jugar los Estados miembros en la crisis política y social de Venezuela.
Estados Unidos, que hasta ahora había evitado liderar este debate, envió a Santo Domingo a su secretario de Estado, John Kerry, para aumentar la presión sobre Caracas sumándose a Almagro en las peticiones que exige a Maduro.
Los dos le instan a celebrar este año el referendo revocatorio que promueve la oposición, liberar los “presos políticos”, respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, y abrir canales de ayuda humanitaria internacional para paliar la escasez de alimentos y medicinas que sufren los venezolanos.
Pero Kerry quiere intentar todas las vías, por eso también aprovechó la Asamblea para reunirse con la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, y proponerle reanudar su diálogo bilateral “inmediatamente”, después de no tener embajadores desde 2010 y estar en tensión agravada desde que EEUU declaró a Venezuela una “amenaza extraordinaria” en 2015.
Caracas aceptó la oferta y los dos jefes de exteriores pasaron en pocas horas de evidenciar sus notables diferencias en el pleno de la Asamblea a protagonizar “la foto” del encuentro con su primera reunión privada y el anuncio del nuevo intento diálogo entre las dos naciones.
La semana que viene la OEA será una doble prueba de fuego para Venezuela- el día 21 escuchará el estado de la iniciativa de diálogo de los tres expresidentes y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y el día 23 debatirá si aplica a Caracas la Carta Democrática de la organización.
Este instrumento jurídico, aprobado por unanimidad en 2001, es el recurso que ha usado Almagro para forzar a los Estados miembros a pronunciarse acerca del tema venezolano y aumentar así la presión internacional sobre Maduro.
Los 34 países OEA deberán decidir si consideran, como Almagro, que en Venezuela “existe una alteración del orden constitucional que afecta gravemente al orden democrático” y, por consiguiente, siguen con el proceso gradual de la Carta.
Con 18 votos a favor de los embajadores de la OEA podría designarse una misión diplomática de mediación o aprobar una resolución, mientras que serían necesarios 24 votos de los cancilleres para llegar a la última consecuencia, la suspensión de Venezuela del ente.
Ese escenario es improbable porque Venezuela aún conserva el apoyo férreo del bloque del ALBA, con Ecuador y Bolivia a la cabeza, y el de los países que reciben petróleo financiado a través de Petrocaribe.
No obstante, Venezuela ha querido adelantarse a Almagro invitando el día 21 a los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá) para que expliquen en qué punto está su labor de mediación entre el Gobierno y la oposición venezolana.
Almagro celebró este encuentro como un elemento que “suma” a su iniciativa y certifica que los tiempos en que la OEA miraba para otro lado cuando se trataba de Venezuela han quedado atrás.

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