lunes, 5 de septiembre de 2016

Rusia-China-Irán; Una alianza destinada a romper hegemonías



El grupo de países conformado por China, Rusia e Irán, con la decisión de consolidar una alianza con componentes económicos, políticos y militares, ha despertado la alarma en Washington.
El grupo de países conformado por China, Rusia e Irán, con la decisión de consolidar una alianza con componentes económicos, políticos y militares que vislumbra la posibilidad de romper con la unipolaridad y contrarrestar la hegemonía de Occidente, ha despertado la alarma en Washington y los países bajo su influencia.
El eje Beijing-Moscú-Teherán, gigantesco en términos demográficos, con una población en conjunto que representa 1.500 millones de habitantes. Enorme, desde el punto de vista geográfico, con 29 millones de kilómetros cuadrados y una economía, que en conjunto, representa el 22% del PIB mundial. Además, con dos de sus integrantes: China y Rusia, que son parte componente del exclusivo club nuclear y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el respectivo derecho a veto. El nuevo Eje está dotado, igualmente, de un poderío militar, capaz de contrapesar,  en las áreas de disputa, en el campo naval, terrestre y aéreo, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN – así reconocido por altos mandos de la Alianza noratlántica y los propios análisis de los Think Tank, vinculados tanto a la OTAN como al Pentágono.
HACIA LA MULTIPOLARIDAD
China, Rusia e Irán han comenzado a concretar, al amparo de la decisión de sus gobiernos y con vastas zonas del planeta sujetos a conflictos bélicos o contenciosos de máxima tensión política, una cooperación estratégica. Ello, en el marco de coordinar decisiones y acciones respecto a la agresión que sufre especialmente  el pueblo sirio, como también el de Irak y con ello ampliar su base de influencia, no sólo hacia otros conflictos que afectan su entorno y hasta su seguridad interna, sino también desarrollar amplias líneas de relaciones con gran parte del mundo. Sobre todo en planos donde Washington y Europa han desechado el estrechar relaciones, más concentrados en su “guerra global contra el terrorismo” que en desarrollar lazos económicos, culturales y políticos que acercaran, por ejemplo, a Latinoamérica a estos ejes de poder. Por ello, no resulta extraño que Rusia, China e Irán hayan generado una diplomacia activa y en terreno, como lo ha demostrado la reciente visita a 6 países de Latinoamérica por parte del Canciller iraní Mohamad Yavad Zarif.
El acercamiento entre Rusia, China e Irán  no es una idea que se haya levantado de la noche a la mañana. Sin duda ha sido catalizado por la acción de grupos terroristas takfirí,  que tienen entre sus miembros a militantes de  movimientos y mercenarios que provienen también de territorios rusos y chinos, constituyéndose en una amenaza contra esos países, que no puede ser desdeñada. En el caso chino, por ejemplo, el acercamiento de las Fuerzas Armadas con el gobierno sirio – al amparo de los propios acuerdos que Rusia e Irán tienen con la República árabe Siria constituye un cambio de naturaleza estratégica en la manera en que China se conducía en materia de conflictos internacionales.
Así, para el análisis de  Salman Rafi de Asia Times, respecto a la visita del Almirante chino Guan Youfei a Siria a fines de agosto de 2016 resulta “una maniobra diplomática en respuesta a las provocaciones militares y políticas de Estados Unidos en el mar de la China Meridional. La presencia china significa la posibilidad también que los aliados regionales de Estados unidos en Oriente Medio se sientan bajo presión utilizando esa presencia como un factor. Así también el factor chino, en materia de incorporarse a una Alianza Tripartita, sirve para ejercer presión diplomática y política en varios frentes y evitar así que las potencias occidentales y sus socios de Oriente Medio logren derrocar al gobierno de al Assad y con ello tenga una base de operaciones cerca de Irán, al sur de Rusia y al occidente de China. Hay que tener presente el factor geoestratégicos que representa para China la zona de Oriente Medio y Asia Central, pues recibe de allí cerca del 50% del petróleo y el gas que necesita para su economía.
Ya en el mes de mayo del año 2014, el Presidente de China, Xi Jinping sostuvo en la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia – CICA por sus siglas en inglés – celebrada en Shanghái y a la que asistió el presidente ruso Vladimir Putin y el Presidente de Irán Hasan Rohani que “CICA debe convertirse en un diálogo sobre la seguridad y la plataforma de cooperación mutua y debe establecer un mecanismo de consulta de defensa a fin de crear un centro de respuesta de seguridad en caso de agrandes emergencias”. Las palabras de XI Jinpig fueron antecedidas por la firma de  un histórico acuerdo de suministro de gas ruso a China, por 400 mil millones de dólares,  que debe leerse en clave de las consecuencias geoestratégicas que dicho acuerdo apareja, más allá de la suculenta cifra del contrato. La firma de este acuerdo contó con la presencia del Presidente iraní, Hasan Rohani, cuyo gobierno, a partir de esa fecha, también entró en conversaciones, convenios y contratos con empresas  del gigante asiático para trabajar juntos, no sólo en la venta de gas y petróleo, sino también en el financiamiento de proyectos de explotación, construcción de puertos, ferrocarriles e incluso sistema de prospección de hidrocarburos.
En Abril del año 2015 Irán, en el seno de la IV Conferencia de Moscú Sobre Seguridad internacional anunció su plena disposición para cooperar, junto a los gobiernos de China y Rusia en materias de dar una respuesta conjunta a las amenazas provenientes de occidente, principalmente de la estrategia de misiles dispuesta por la OTAN en la frontera con Rusia y que afecta directamente al gobierno de Teherán y de Beijing, considerados por la Alianza Noratlántica como enemigos prioritarios. El Ministro de Defensa de Irán Hosein Dehqán, declaró en aquel encuentro que “nuestro país desea apoyar la idea de una cooperación militar polivalente entre China, la india y Rusia, para hacer frente a la expansión de la OTAN hacia el este y a la instalación de un escudo de misiles en Europa. Creo que podemos, junto a Beijing y Moscú mantener un diálogo a tres bandas. Y para ello ya hemos discutido ciertos aspectos de la seguridad regional”.
La IV Conferencia de Moscú fue el escenario perfecto para que China, Rusia e Irán anunciaran Urbi et orbi, sobre todo a la OTAN y a Estados Unidos en específico, que otras potencias mundiales no estaban dispuestas a seguir observando sin actuar, a permitir intervenciones sin que ello trajera consecuencias en una conducta internacional de esos actores occidentales reñida con el derecho internacional. En reuniones bilaterales y trilaterales de las delegaciones de China, Rusia e Irán quedaron signados varios puntos cruciales: Primero, la cooperación trilateral debe ser uno de los puntos básicos del nuevo orden multipolar. Segundo, Beijing, Moscú y Teherán consideran como prioritario tener un plan de acción estratégico en el campo militar con relación a Europa y Estados Unidos. Tercero El entorno geopolítico de Oriente Medio y Asia Central está cambiando y ello en modo alguno es favorable a los poderes hegemónicos. El nuevo eje, denominada por algunos ya, como la Triple Entente Euroasiática está consolidando un largo proceso de integración política, estratégica, diplomática y militar.

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