Canciller Vargas impone condecoración al Cardenal Rodríguez Maradiaga
Tegucigalpa,
Honduras.- Las Repúblicas Dominicana y de Honduras,
oficializaron este martes el acuerdo sobre supresión de visas para sus
nacionales portadores de pasaportes ordinarios, con el propósito de facilitar
el desenvolvimiento de las relaciones amistosas, la cooperación, fomentar el turismo
y facilitar la circulación de sus ciudadanos en los dos países.
Este nuevo
acuerdo se suma a los suscritos por la República Dominicana con las repúblicas
de El Salvador, Perú, Jamaica, Guatemala y Paraguay, durante la gestión del
actual titular del ministerio de Relaciones Exteriores.
La firma del
pacto con Honduras fue encabezada por los cancilleres dominicanos, Miguel
Vargas y hondureño, María Dolores Agüero Lara, teniendo en cuenta el acuerdo
suscrito a finales de 1997, sobre supresión de visas en pasaportes
diplomáticos, oficiales y especiales.
Se estableció
que los titulares de pasaportes ordinarios, válidos y vigentes, “estarán
exentos de la obligación del requisito de visa para entrar al territorio de la
otra parte para fines turísticos, con una permanencia inicial de hasta sesenta
días”, pero que por “circunstancias de fuerza mayor o debidamente
justificadas”, la permanencia inicial podrá ser prorrogable de acuerdo a las
normas migratorias vigentes en las dos naciones.
Sin embargo,
esta concesión no aplica para los visitantes que realicen actividades
lucrativas remuneradas o asalariadas, participar investigación, entrenamientos,
estudios, trabajos de carácter social, asistencia técnica, de carácter
misionario, religioso, artístico o de estudios, debiendo éstos tramitar el
visado correspondiente.
El acuerdo
establece que las partes se reservarán el derecho de no admitir el ingreso o
cancelar la permanencia en su territorio a los nacionales que considere
inadmisibles o por incumplimiento de algún requisito migratorio de conformidad
con su legislación nacional.
Precisa además
que “cada parte puede, por razones de orden público, seguridad, protección de
la salud o de derechos humanos, interrumpir temporalmente, en forma total o
parcial, la ejecución del presente Acuerdo, indicando el período de suspensión,
que podrá ser prorrogado”, previa comunicada a la otra parte por escrito y por
la vía diplomática.
Se recuerda que
desde la llegada del Canciller Vargas al frente del ministerio de Relaciones
Exteriores dominicano, se han firmado acuerdos similares con Perú, El Salvador,
Guatemala y Paraguay
La Condecoración
De otro lado, el
Canciller Vargas aprovechó su visita oficial para imponerle al cardenal Oscar
Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, la condecoración con la
Orden Heráldica de Cristóbal Colón, en el Grado de Gran Cruz Placa de Plata,
otorgada por el Gobierno dominicano.
En su discurso
de motivación, Vargas definió al cardenal Rodríguez Maradiaga como “líder de la
Iglesia Católica Latinoamericana”, y que constituía un gran honor para él haber
tenido la honrosa oportunidad de conocerle personalmente en ocasión de cumplir
esa encomienda del gobierno y ser portador de un saludo fraterno del presidente
Danilo Medina.
Del purpurado,
el Canciller dominicano resaltó el hecho de haber estado en dos ocasiones “a un
tris de convertirse en el primer Papa del continente Americano”, pero que con
proverbial sencillez ha insistido en que no sería “un Santo Padre adecuado para
estos tiempos”.
Recordando que
con sus prédicas constantes, el cardenal Rodríguez Maradiaga logró el inicio de
lo que hoy se considera como modelo en América Latina de un nuevo sistema
penitenciario cuya implementación se inició en la República Dominicana hace ya
una década y que en tan corto período alcanza casi el 40 por ciento de nuestra
población carcelaria estimada en más de 30 mil reclusos.
“En esos afanes
llegó por primera vez a la República Dominicana hace ya muchos años, prodigando
ayuda humanitaria en los barrios de Santo Domingo; visitando los centros
académicos para llevar conferencias magistrales, llamando la atención sobre la
desigualdad social, y visitando recintos carcelarios para abogar desde ellos
por un régimen penitenciario más humanizado”, dijo.
Rememoró que en
la República Dominicana “causó más que temor por la vida del cardenal Rodríguez
Maradiaga, mucha curiosidad, admiración y respeto cuando se supo que él había
sido nombrado jefe de la Policía de su país, una posición que lo sorprendió
encontrándose en los Estados Unidos en tratamiento médico, y que por un tiempo
desempeñó efectivamente, no precisamente de forma simbólica”.
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