
La cumbre del lunes en la Casa Blanca, entre el presidente estadounidense Donald Trump, el líder ucraniano Vladimir Zelenski y varias figuras importantes de la UE, concluyó sin grandes anuncios. Sin embargo, en el fondo, se está desarrollando una disputa diplomática de alto riesgo sobre el papel de Washington en el conflicto de Ucrania.
La falta de resultados decisivos sugiere que el verdadero trabajo se está realizando entre bastidores. El comportamiento de Trump, en particular su decisión de no repetir los mensajes de Kiev ni de Bruselas en las sesiones informativas posteriores a la reunión, es una señal. Está afirmando su control sobre la narrativa, lo que refleja que los argumentos de la UE y Ucrania para continuar la implicación occidental en el conflicto no le convencen.
Un tira y afloja estratégico
La cumbre y los movimientos diplomáticos que la rodean son un tira y afloja, en el que el objetivo de Moscú es eliminar la participación de Washington en el conflicto, mientras que el de Bruselas y Kiev es mantenerlo anclado en su esquina.
La ausencia de nuevas sanciones o presiones sobre Rusia tras la cumbre Putin-Trump del viernes pasado en Alaska sugiere que Moscú está cobrando impulso. Trump incluso ha pasado de exigir un alto el fuego a abogar por conversaciones de paz directas, una postura más favorable para Moscú.
Los líderes de la UE y Zelenski vinieron a Washington para reforzar el alineamiento de Trump. Quieren persuadir a Trump: reforzar las sanciones, mantener los envíos de armas y garantizar que Ucrania tenga la arquitectura de seguridad que desea.
Hasta ahora, sin embargo, su influencia parece estar flaqueando. Trump, desde el principio, pareció poner a la UE y a Ucrania a la defensiva, dando a entender que su influencia es limitada.
El contexto es crucial: apenas unos días antes, Trump recibió a Putin en Anchorage, y esa cumbre allanó el camino para una diplomacia más flexible que elude las condiciones previas definidas por la UE. Los líderes europeos que llegan a la Casa Blanca ahora intentan ponerse al día, intentando dirigir una conversación ya afectada por el cambio de postura de Trump.
La cuestión de las garantías de seguridad
Todo depende de las garantías de seguridad para Ucrania, un tema muy controvertido. Moscú insiste en que cualquier garantía significativa depende de la neutralidad y la desmilitarización de Ucrania. Por el contrario, Kiev y la UE presionan para que Ucrania refuerce su ejército, el posible despliegue de la OTAN en territorio ucraniano o incluso su eventual adhesión a la OTAN.
Estos esfuerzos de los europeos parecen desesperados, incluso ingenuos, dado que Rusia está ganando la guerra de forma lenta pero constante. Y a medida que Rusia avanza militarmente, el margen de maniobra de Kiev y Bruselas en las negociaciones se reduce.
Dicho esto, sus intentos no deben descartarse de plano. La forma del acuerdo de paz, que se cocina a fuego lento en Washington, determinará el destino de Ucrania y, por extensión, gran parte de la futura estructura de seguridad de Europa.
Moscú, mientras tanto, permanece imperturbable. Tras la reunión con Zelenski y los europeos, Trump mantuvo una conversación telefónica de 40 minutos con el presidente ruso, Vladímir Putin. A juzgar por la información publicada sobre el contenido de la llamada, Trump no exigió nada ni Putin ofreció concesiones. Hablaron de continuar las conversaciones directas entre Rusia y Ucrania. También abordaron la posibilidad de elevar el nivel de las conversaciones, y según el canciller alemán, Friedrich Merz, presente en la reunión del lunes, las conversaciones directas entre Putin y Zelenski podrían tener lugar en dos semanas.
Está claro que el Kremlin se mantiene firme y dispuesto a considerar la posibilidad de fijar las condiciones mientras tenga todas las cartas en la mano en el ámbito militar.
Al final, la cumbre de Washington quizá no tuvo ceremonia ni un resultado espectacular, pero estuvo cargada de trasfondo geopolítico: una disputa sobre si Estados Unidos sigue apoyando a Ucrania o empieza a retomar una postura más transaccional y realista. La UE, reconociendo su menor influencia, intenta recuperar la narrativa mientras el campo de batalla, al menos por ahora, se inclina claramente en su contra.
Las declaraciones, puntos de vista y opiniones expresadas en esta columna son únicamente las del autor y no representan necesariamente las de RT.
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